Primer asalto, como ir de Caracas a Puerto Ordaz!

Pasando al plano Nacional, mi experiencia de como ir de Caracas a Puerto Ordaz y volver, para lograr visitar el Salto del Ángel y volver a Caracas, no tiene desperdicio. De verdad vais a ver en que situaciones se encuentra el venezolano a día de hoy.

Este artículo y todos los relacionados con Venezuela son todos aquellos que yo quisiera haber encontrado en mi día. No mucha gente visita el país y menos últimamente. Por eso creo que es necesario que yo, que sí he ido, escriba en abundancia.

Para todos los valientes, aquí os dejo otra experiencia más. Podréis encontrar mucha información útil a parte de como ir de Caracas a Puerto Ordaz.

¿En qué situación me encontraba?

Como ya he explicado en el articulo sobre el salto, yo contraté un tour por internet. Pero no con muchos días de antelación. Si yo llegaba a Caracas el día 11 de agosto de 2018 tuve el primer contacto con la compañía el día 9. Mi idea inicial era coger un avión para ir de Caracas a Puerto Ordaz y viceversa.

Mis propios familiares me decían que el transporte era un caos y que incluso en pasajes de avión la oferta era muy limitada. Yo debía iniciar mi tour el día 16. Pero evidentemente sin saber si iba a poder llegar no iba a hacer la reserva y pagar los 300 y pico dólares que costaba.

La cosa iba bastante justa ya de por sí, por el hecho de que solo iba dos semanas, había contactado con la agencia dos días antes de iniciar esas dos semanas y la situación del país como dicen ellos, invita a no tener prisas.

Problemas que fueron surgiendo

Durante los días previos al tour y hasta que conseguí ir de Caracas a Puerto Ordaz, surgieron una cadena de problemas. Estos mentalmente me empujaban a rendirme y a desistir de intentar ir a un lugar donde probablemente no iba a poder estar. Pero no, Bea nunca deja de andar por el camino que desea y aunque al final fuera un no, yo iba a explotar todas y cada unas de las posibilidades para lograr mi sueño.

Las fechas de aviones para ir de Caracas a Puerto Ordaz me las proporcionaba una amiga de mis familiares que trabaja en temas de viajes, y la única opción que tenía eran para el día 14. En ese momento estábamos a día 13 y tenía dos cabos sueltos sin atar. Tenía que confirmar mi asistencia al tour del día 16, y buscarme alojamiento para las noches del mismo día 14 y del 15. Confieso que andar dos noches sola por ahí me daba algo de miedo, por el hecho ser en un país “tan peligroso”.

La agencia me confirmó mi asistencia al tour el día 13 por la noche. No lo leí hasta el día 14 por la tarde. Evidentemente los boletos para el día 14 ya no eran una opción y no había más fechas de avión que cuadrasen con otras fechas del tour. Dentro de mis dos semanas por supuesto. Así que la cosa se tornó bastante crítica. Sabes la típica sensación de frustración máxima que se te agarra en el pecho cual resfriado? Pues eso, que me tumbé en el sofá bastante desolada. Sin olvidar una cosa, todo lo que pasa es lo mejor que puede pasar, así que me dije a mi misma, Bea tranquila, si quieres ir al Salto del Ángel irás y punto.

Le expuse la situación a mi familiar. Rápidamente me dijo, mira chiquita, si no es la opción A es la B y sino la C o la D, pero aquí no se da por vencido nadie. Me levanté del sofá y fuimos directos a una terminal de buses para ver si tenían pasajes para el día 15 por la noche y llegar el 16 por el mañana justo para coger el vuelo a Canaima. El viaje son unos 1000km que equivaldrían a unas 15 horas. Debía salir como muy tarde el día 15.

El terminal donde fuimos (Terminal de Rodovías) vendía los billetes de bus de un día para otro y ya se habían vendido todos para el 15. Otra opción mas denegada. Según mi familiar teníamos dos opciones. Ir muy de madrugada royo 4 de la mañana al terminal (Terminal de Camargüí en la avenida San Martín) y hacer cola hasta las 10 de la mañana que abrieran las taquillas, para ver si salían buses para Puerto Ordaz y poder coger alguno.

No solían salir más de dos buses para el mismo sitio. O ir al terminal de Petare. El cual no se presentaba muy apetitoso. No solo por la peligrosidad del barrio Petare, sino porque estaba muy lejos y llegar allí sin coche a las cuatro de la mañana iba a estar casi imposible.

Decidimos levantarnos a las 4 de la mañana del día 15 y una vecina del bloque, nos dejaría su coche.  Otro familiar nos llevaría al terminal de madrugada en el coche. Dani, mi familiar principal al que me refiero todo el rato, me propuso de ir el solo. La inseguridad de ir yo con él en la madrugada, que el terminal estuviera cerrado y tuviéramos que esperar fuera no le llamaba. Me negué. Ese pasaje era para mi y yo tenía que cargar con todo. Además no sentía que fuera a pasarme nada si estaríamos allí un montón de gente honrada y noble que solo querían viajar.

A todo esto, yo no había pagado el tour porque en ese momento mas que nunca pendía de un hilo poder ir. Le dije al de la agencia que el mismo día 15 por la mañana yo le confirmaría si había conseguido mi boleto para el bus. Llegaron las 4 de la madrugada del día 15 y como un reloj en pie. Sacamos al perro a pasear, y nos fuimos para el terminal.

Experiencia en el terminal

Por fortuna las puertas del recinto estaban abiertas. Dentro había un hombre con una libretita y un joven aparentemente su ayudante, que estaban apuntando a las personas por orden de llegada. Éstas se iban colocando en la cola que ya tenía más de veinte componentes. Aunque había una cola, también encontrabas personas dispersas por el terminal. Un grupo de gente alrededor del señor de la libretita, la cola se hacía y se deshacía y en general una especie de organización cogida con pinzas.

Poco a poco fui entendiendo lo que estaba pasando. Ese señor de la libretita no era ningún personal de la terminal. Era un pasajero más que llevaba dos días intentando conseguir un boleto. Por la desorganización fruto de las largas horas de espera sin personal autorizado gestionando, el desespero por conseguir un ansiado billete, y todos los chanchullos y barullos que eso comporta, decidió junto con el chico joven y demás gente que se fue sumando, dejarse de batallas y organizar de manera ética y humana ese lugar.

Os juro que conforme fui cogiendo consciencia de la grandeza de la situación empecé a sentir una dignidad y orgullo de la capacidad del ser humano de serlo jajjaja. Dentro de un país sumergido en el caos, donde nadie sabe que está pasando, quienes son los buenos y quienes son los malos, porque falta esto y lo otro, etc.

En una situación de emergencia como la del transporte, los propios ciudadanos cogieron las riendas de sus vidas se autoproclamaron en sus interiores dueños de su realidad. Empezaron a hacer del caos un lugar de equidad y nobleza. Yo sentí que ese gesto era fruto indiscutible de los valores de la revolución. Sentí a Chávez entre nosotros y hoy aún cuando lo recuerdo se me eriza la piel.

Estuvimos esperando de pie cinco horas. Lejos de ser cinco horas de espera aburrida y tediosa, fueron cinco horas de lecciones de vida una tras otras. De emociones vivas y gratitud por tener el placer de vivir eso. Cada vez más personas se unían a la organización. Si había gente que se quería colar, entre todos lo obligaban a respetar el turno. Había personas contratadas por “mafias” que les pagaban por hacer la cola y conseguir un billete y luego ellos revenderlo a precio más alto. A estas personas también las identificaron y se les denegó el turno. Cada cinco minutos pasaban lista y se reordenaba la cola. Entre nosotros nos aportábamos comida, bebidas, cafés y buenas reflexiones.

Cuando por fin llegaron las 10 de la mañana y abrieron la taquilla hubo un intento de sabotaje de la cola por algunas personas que llegaron a última hora y tal. El terminal estaba bastante desbordado y era la hora de anunciar hacia que destinos si abría ruta y a cuáles no. Otro momento de tensión para mí. Pensar que podría ser que no hubiese para ir de Caracas a Puerto Ordaz… Finalmente se destinaron dos buses para ir de Caracas a Puerto Ordaz y conseguí mi boleto. La muchacha del mostrador alucinó con que yo fuera una española yendo al estado bolívar. Yo creo que nunca había visto un pasaporte español.

Nos fuimos a la casa pagué el tour, preparé mi mochila y compré un billete de avión para volver. Yo sola pasar por él mismo trance de lograr billete para ir de Caracas a Puerto Ordaz pero para volver, no lo veía. A las ocho de la tarde salía el bus.

Camino a Puerto Ordaz

Volvimos a la terminal a las siete y media pm para coger el bus. Para mi sorpresa, mi sitio lo tenía una mujer. No quise entrar en discusión y simplemente cojí el de al lado. Me tocó una señora mayor a mi lado, muy simpática. El bus se iba llenando más y más. Hasta el punto de qué habían revendido boletos que ya estaban vendidos.

Una chica joven embarazada llego con su novio y sus asientos ya habían sido reasignados. Esa chica había estado conmigo desde las cuatro de la madrugada en la terminal y ahora no tenia sitio. Yo estaba flipando. A la chica por estar embarazada le cedieron un asiento, pero a su novio no. En fin, un desastre. Llenaron el bus hasta que no quedó un hueco libre, gente de pie, gente en las escaleras, gente casi en el baño. El destino me quiso dar un regalito y me dormí nada más salir. Desperté casi llegando al sitio.

Como llegué al aeropuerto

El bus aterrizaba en la terminal de buses. Desde allí yo tenia que ir hasta el aeropuerto, que estaba relativamente cerca según Dani. Cuando bajé al terminal intenté visualizar el camino que Dani me había explicado para ir andando hasta el aeropuerto. Al ver que eran las 9:30 de la mañana que el avión salía a las 11 y yo no veía que el aeropuerto estuviese a 10 minutos andando, decidí optar por un taxi.

Quiero recordar que todo el transporte terrestre se paga en efectivo como dije en el artículo Venezuela algo mas que crisis y yo disponía de poco. Me acerqué a los taxistas y al que le pregunté me proponía pagarle 800.000 bolívares por el trayecto, cuando a mí me habían dicho que estaba alrededor 400.000.

Otra vez la vida corrió a mi favor. Yo no podía pagar esa cantidad y ellos no me querían llevar. Ya me estaba desesperando así que me puse un poco a gritar que quién coño podía pagar eso. Que necesitaba ir que me indicasen el camino para ir andando. A eso se me acercó otro taxista y me dijo. “Pero que te cuesta pagar eso, si para ti no es nada”. Y yo le dije. “Ya lo sé, si para mí no es nada, pero yo no tengo ese efectivo y no puedo pagar en tarjeta”.

Entonces me dijo. “Haber cuánto tienes”. Nos pusimos a contar y pareció ser que no estaba contando bien los billetes. En el de 100 debajo escrito ponía mil, entonces tenía unos 500.000. El hombre me llevó por 450.000 muy amablemente, gracias amigo! ¡Llegué bastante justa al aeropuerto, pero me dejaron pasar y al fin emprendía mi aventura! ¡¡Meta conseguida!!

Segundo asalto, volver a Caracas!

Después de tres días y anonadada de la espectacularidad que esa selva me había brindado tocaba el último reto. Pasar esa noche en algún sitio y volver al día siguiente al aeropuerto para volar a Caracas. Solo quería que, como al ir de Caracas a Puerto Ordaz saliera todo bien a pesar de las adversidades.

La improvisación para llegar a Ciudad Bolivar!

Como yo ya sabía que debía estarme un día más antes de coger el avión de vuelta, ya organicé mi estancia con otro chico Daniel. Con el que contacté por coutchsurfing. Cualquiera me diría que estoy loca. Como mi compañero de oficina que me dijo, ¿Bea te vas con tus familiares a Venezuela no? ¿No con ningún loco que has conocido en internet?

Me acordé mucho de el cuando contacté con Dani, el del coutch. Este chico vivía en Ciudad Bolívar a una hora en coche de Puerto Ordaz. La cosa era que yo no tenía más efectivo para moverme.

Aprovechando que la familia con la que había hecho el tour volvía en coche a Caracas, pero pasaban cerca de Ciudad Bolívar, ¡les pedí que si me podían acercar! Bingo. Eran tan monos que me llevaron cómodamente hasta Cd. Bolívar. Luego esperaron a que una amiga de Daniel me recogiera, Paola.

La cosa iba así. Una amiga, de un amigo de internet, en Venezuela ¿para echarse las manos a la cabeza no? Pues tengo que decir que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Paola resultó ser una chica encantadora, alegre, curiosa súper creativa y muy natural.

Disfrutando de Ciudad Bolivar

Mi estancia allí coincidió con la fiesta de la ciudad. Paseamos por la feria, tomamos cerveza, chicha, bailamos, fuimos al mirador, visitamos el casco antiguo y tomamos jugo de higo casero de Paola. Después fuimos los tres y otro amigo más a cenar y a dormir a casa de Dani.  Antes de dormir planeamos como haríamos al día siguiente para yo llegar al aeropuerto, ya que no tenía efectivo y el transporte estaba crítico. La situación era la siguiente:

Teníamos que ir en taxi desde casa de Dani (Afueras de la ciudad) hasta la terminal. De la terminal coger un bus hasta la terminal de Puerto Ordaz y desde allí ir al aeropuerto. No se presentaba fácil, pero yo ya tenía la convicción de que la vida lo arreglaría todo como siempre.

Intentando llegar a Puerto Ordaz!

Nada más salir de la casa un taxista se encontraba en frente comprándole unas bebidas a un vecino. Paola que destacaba por su astucia rápidamente propuso que nos llevara el. Así lo hicimos. Nos montamos el taxista con su mujer y su hijo y nosotros cuatro ajajjaja. Como dice Paola, “hay que estar pila aquí”, que significa que ahí que ser astuto y espabilado. Llegamos como a las 10 de la mañana a la terminal, con mucho margen de tiempo, aparentemente. El vuelo salía de Pt. Ordaz a las 2:10 del medio día.

Entre ciudad y ciudad como he dicho había una hora más o menos. Estando en la cola del bus a Pt. Ordaz, iban pasando los minutos, las horas… Empezamos a preocuparnos, al ver que eran las 12 y no habían destinado ningún bus a Pt. Ordaz. Paola no me quería decir la hora, simplemente me decía que yo me iba a ir a Caracas como tenía planeado.

¡A las 12:30 más o menos llegó el bus!

Dani me dejo el efectivo necesario para cogerlo y como iba tan justa Paola negoció con el conductor que me dejaran en el aeropuerto en vez de la terminal, porque ni teníamos más efectivo ni tiempo para ir después al aeropuerto. El conductor aceptó a cambio del doble de lo que valía el boleto solo. Me despedí de ellos y me monté al lado de una amiga de ellos que encontramos en la cola. Empezaron a entrar un seguido de personas al bus, rezando, ofreciendo productos de toda clase, pidiendo dinero, en fin un buen rato que no nos íbamos.

Problemas con el autobús a Puerto Ordaz…

De repente veo que se está bajando la gente del autobús. Yo súper descolocada, en plan que coño pasa ahora.

Veeeeerga se pinchó un caucho (rueda) y no podía arrancar.

Del choc ni me podía mover. Rápidamente pusieron otro bus para ir, pero ya se había formado una cola inmensa la cual no iba a caber ni la mitad en el nuevo bus. Yo fui la última en bajar del antiguo. Desesperada gritándole al conductor que me diera los billetes rápido que me tenía que montar en el otro y ya no cabía. Me dio todo lo que le quedaba sin contarlo. Yo tampoco lo conté. Salí, y empecé a chillar como una loca que yo había estado dos horas haciendo cola y que me tenía que montar ahí. Que no iba hacer la cola otra vez porque no cabíamos. Total, que una señora desde el autobús me hizo un gesto para que me acercara.

A todo esto, había subido el precio del autobús al doble, menos mal que en el anterior le dimos el doble de lo que valía y ahora yo disponía del dinero. Mi compañera en cambio no. Ella me contó los billetes, me faltaba 50.000 pero me llegaba justo. Me dirigí a la mujer del autobús y con toda la convicción del mundo la miré a los ojos y le dije seriamente. Tengo el dinero justo, me tienes que dejar en el aeropuerto y no en la terminal porque voy a perder el vuelo y eso no puede ser.

La mujer aceptó. Me monté, cuando veo que vuelven a subir la cola de gente, rezando, vendiendo…mira, yo NOOOOOOOOOO, ¡por dios me tengo que ir arranca! Al final todo el bus sabía que me tenía que bajar en el aeropuerto.

El último esfuerzo

La última vez que miré el reloj eran la 1:35 y ya estábamos llegando. De repente oigo “¡niña, niña es aquí corre bájate!”  Me dejaron en medio de una autopista. Veo el aeropuerto al frente después de un descampado enorme. Sin saber ni la hora me dije. «Bea corre como si no hubiera un mañana». Visualicé un caminito que atravesaba el descampado, me quité las chanclas, me agarré la mochila y corrí. Madre mía como quemaba el suelo. Se me estaban deshaciendo los pies, pero no dejé de correr hasta llegar.

Ví La Luz

Llegué sudadísima a la taquilla de la compañía y no había nadie. Exploté en llanto. Fui para la seguridad y casi sollozando les dije claramente: «Mira son las 2 menos diez, me quedan 20 minutos para mí vuelto, no hay nadie en la taquilla, pero yo tengo que subir en ese avión. No tengo dinero y no conozco a nadie aquí. No me podéis dejar». Me dijeron que el vuelo estaba cerrado y que había llegado muy tarde. Ir de Caracas a Puerto Ordaz, al aeropuerto ya me fue por los pelos, pero ahora…

Seguí insistiendo. «No podéis dejarme aquí, ¡subirme llama a alguien hacer algo joder!» Al final me dejaron subir y vi la luz.

Consecuencias de llegar apurado al aeropuerto…

Ahora si después en el avión, un frio. Tiritando me tuvieron todo el viaje. Y esto no acaba aquí. Al llegar al aeropuerto de Caracas debía llegar hasta mi casa, y necesitaba efectivo. Pero claro no tenía. Al final un autobusero me invitó a ir gratis, porque no quería que pagara el bus privado con tarjeta porque me estaban timando. Conclusión, que solo hice más que encontrarme con gente encantadora y muy muy hospitalaria, GRACIAS A TODOS, ¡OS QUIERO!