Las ventajas del autostop en la costa Azul no tienen desperdicio. En este post os traemos nuestra experiencia viajando de Aviñón a Niza con este curioso y constructivo método.
Es martes y salimos de casa de mi primo en Aviñón a las 10 de la mañana. Hemos quedado con él para que nos lleve a una estación de servicio o gasolinera en la autopista que va dirección Niza.
El objetivo es recorrer unos 300 km en el mismo día, para llegar a Niza. Allí nos espera Vincent un hombre francés que nos ofrece pasar unas noches en uno de sus sofás cama del comedor.
La primera experiencia desde Sant Celoni a Aviñón ha puesto el listón muy alto, casi 400 km del tirón. Ahora ya pensamos que el autostop es «bufar y fer ampolles» como se dice en catalán. Vamos a ver como se desarrolla el experimento.
¿Porque hacemos autoestop?
Cabe recordar que hemos decidido hacer autostop como parte del ensayo sociocultural-espiritual que queremos experimentar con la vuelta al mundo. Nuestra visión sobre el entorno que nos rodea es bastante pesimista en muchos aspectos.
Tenemos la sensación de que vivimos en un ambiente emocionalmente tóxico. La gente, donde evidentemente nos incluimos vivimos desde el miedo al futuro, desde la desconfianza hacia la vida y hacia nuestra propia sociedad.
Hemos dejado nuestro poder de crear en manos de fuentes externas y eso nos está haciendo sufrir mucho.
Es por eso por lo que a través del autostop queremos poner en jaque nuestras propias creencias. Esas mismas que nos hacen pensar y sentir así. Les hemos echado un pulso y lo estamos ganado.
Más confianza, más querer es poder, más flexibilidad existencial y en definitiva más adaptarse al movimiento de la vida para estar en coherencia con ella.
De Aviñón a Air de Provence: Primer tramo
Al llegar a la gasolinera de la Autopista a Niza y antes de que se vaya mi primo cazamos a un hombre que está bajado de su coche.
Conduce un Citroën más bien viejo y va con un hombre mayor al lado. Le sigue un coche con un jovencito dentro.
Le contamos que queremos llegar a Niza y nos dice que el va hasta Air de Provence a unos 60 km de Aviñón. Como dice el Nil, siempre palante. Así que aceptamos y nos montamos.
Es muy curioso como con tres palabras de francés, dos de inglés, dos de castellano y muchos gestos uno acaba comunicándose medianamente bien.
El hombre de unos 42 años de origen tuniziano resultó ser el hijo del hombre mayor y el padre del jovencito. Habían ido a comprar el coche del hijo a Aviñón.
Fue un viaje corto pero agradable. Muy satisfactorio en cuanto a tiempo de espera. Que decir sí bajamos de un coche para subir a otro ajajja.
Lo mejor es cuando nada más montarnos me doy cuenta de que nos hemos dejado el cartel del autostop a NIZA en el coche de mi primo. Y cómo no, nos giramos y lo vemos detrás en su coche enseñándonos el cartel.
Acelera cual gacela y se nos pone al lado con el cartel. Le decimos que da igual que ya nos buscaremos otro. Éste es capaz de pasárnoslo por la ventana a 130 por hora.
Nuestra próxima parada es un área de servicio en la autopista cerca de Aire de Provence.
De Air de Provence a Marsella: Segundo tramo
En el área de servicio nueva el lujo estaba a la orden del día. Se empezaba a notar que estábamos en la “delicatesen” de la costa Azul.
Empezamos a preguntar a diferentes coches si iban para Niza. Ahí fue cuando nuestra suerte empezó a tambalearse.
Como no teníamos cartel, entramos en el área de servicio a pedir cartón y un rotulador. La chica dependiente se demoró un rato, pero muy simpática me lo dio. Hicimos nuestro cartel y venga a enseñarlo.
Entre que muchos iban para Marsella y otros ni siquiera nos miraban a la cara estuvimos una hora esperando.
Algunos nos decían que no iban en esa dirección, una de las frases más típicas que hemos escuchado. Queremos pensar que es verdad ajajja.
Varios nos decían que no cabíamos, otros nos aconsejaban que buscáramos coches con matriculas de numero azul 06. Esto indicaba que eran de Niza.
Al pasar del tiempo la montaña rusa de emociones se iba palpando. Desánimo, esperanza, desánimo, esperanza…
En un momento dado nos pusimos a hablar mal de la gente con dinero. No enfadados, sino haciendo risa de la situación. Un poco también por pasar el rato.
Sinceramente podemos decir que la gente buena y consciente es tanto rica como pobre y viceversa.
A todo eso, un hombre que habitaba un Audi justo a nuestro lado desde hacia un rato nos habló. Nos propuso llevarnos hasta Marsella. Que allí sería más fácil conseguir alguien para ir a Niza.
Hablaba español. Quise pensar que no se había enterado de nada. Porque bromeamos con él anteriormente. Entre risas dijimos que si podía nos escupía.
Como es la vida, justo el nos acabó subiendo en su coche y dedicándonos su tiempo y generosidad. Resultó ser una especie de revisor/inspector de apartamentos para verificar su estado antes de venderlos.
La vista de la costa azul es realmente bonita, fue un placer viajar con él. Como tenía tiempo nos acercó hasta otra estación de servicio en la autopista en dirección a Niza.
Uno de los problemas que hemos tenido en el futuro es no poder llegar hasta alguna estación de servicio en la autopista. Hacer autostop desde una ciudad es más difícil. No está tan delimitada la oferta y es más difícil parar.
Subir el ánimo, estrategia clave del autostopista.
De Marsella a Niza: Tercer tramo
Eran las 15:30 más o menos del medio día cuando llegamos a la estación de Marsella.
Nos ponemos directamente con el cartel a esperar. Nos comemos un plátano y un poco del bocadillo que nos habíamos llevado desde Aviñón.
Otra vez empezaron a pasar los minutos. De momento tenemos bastante paciencia. Hablamos, nos reimos, estamos empezando a leer y a escribir en la espera.
Poco a poco vamos mimetizándonos con la espera. Es mas, considero que es uno de los grandes aprendizajes. Esperar y aprender a no aburrirse. Saber estar con uno mismo, sin nada que hacer y sin destino.
Parece fácil, pero….
Después de una hora, un señor muy arregladito tomándose un café y fumándose un cigarrillo se nos acerca.
Nos dice que el va para Niza, pero que primero debe pasar por un pueblo cercano a Tolón. Si no nos importa él nos lleva.
¿Pero que nos va a importar? ¡Si casi pensamos que nos quedamos aquí a dormir!
Cuando nos acercamos al coche, ¡pam!
Jaguar al canto. Limpio, grande, cómodo y lleno de luces. Nos montamos y nos vamos.
El señor resultó ser un arquitecto. De hecho, la parada que hicimos fue para revisar una obra que estaban construyendo para el banco agrícola.
El paisaje otra vez me cautivó. Montañas mediterráneas, una mezcla de verde y roca. Entre acantilados con pueblecitos y la playa al fondo. Una maravilla.
Al llegar a Niza, más o menos le orientamos que nos dejara en el oeste de la ciudad. Ésta es muy grande y las mochilas pesan mucho.
En un semáforo nos dijo, ale bajaros aquí. Fue como muy precipitado, pero salió bien la cosa. Nos dejó súper cerca de la casa de Vincent.
Al llegar a la casa nos tenía preparada la cena. Unos macarrones con una loncha de jamón en dulce enrollada.
Nada especial, pero se agradeció. Estuvimos charlando con él de su vida en África, de sus hobbies, de la situación en Francia y en resumen un poquito de todo.
Nil en su posición preferida, con su mejor amigo. El cartel ajjaja.
La hora de dormir
Esto fue muy bueno. Nuestra cama estaba en el comedor. De repente nos dice: “¿Vamos a dormir?
Y nosotros: “Si, claro”
Entonces despliega el sofá donde habías estado todo el rato. Justo al lado de nuestra cama y ale a dormir todos juntos. Nos quedamos un poco descolocados, pero fue divertido.
Dormimos él y su perro más nosotros dos. El perro por cierto encantador también. Era muy cariñoso y un poco celoso de las visitas.
Fue un bonito final de día.