Cuando toca empezar de cero y tu rutina se encuentra al otro lado de la zona de confort, el vaivén de emociones a gestionar te puede desbordar.
Desde que empezamos el viaje el 23 de febrero de 2019, cada día ha sido un reto por superar, o más bien un reto por aceptar.
Uno puede pensar que viajar es un camino de aventura en el sentido positivo de la palabra. Pero es fácil caer en el error de pensar que será la mejor manera con la cual saciar la sed de búsqueda que nos caracteriza.
La verdad que se esconde detrás de ese deseo es muy simple. No aceptamos nuestra realidad. Y por mucho que corramos y que nos inventemos las más sofisticadas experiencias debemos estar claros en eso.
Para liberarnos debemos dejar de correr en el tiempo. Dejar de buscar afuera y sentarnos a sentir.
La situación que experimento ahora en Chíos es el escenario perfecto entre la espada y la pared. Entre salir corriendo o quedarme a sentir.
Situación previa a Chíos
Venía de estar muy a gusto con las chicas del voluntariado en Atenas. Había congeniado con ellas desde el minuto uno. Ya habíamos compartido buenas conversaciones, gustos e intereses. Sentía que tenía un buen grupo con el que salir y pasar el rato.
Encima la casa era muy grande, todas participábamos en las tareas de la casa y la habitación era espaciosa con una cama muy cómoda.
También teníamos un parque grande donde ir a correr y hacer algo de deporte, entre muchas otras actividades de distracción diversas. Esas que tanto nos gustan porque nos evitan estar con nosotros mismos.
Al llegar a Chíos
Eran la cuatro de la mañana cuando el ferry aparcó en el puerto de Chíos. La coordinadora del equipo me vino a buscar a la calle principal.
Cuando vi las dimensiones de la casa por primera vez, la noche era oscura y sentí que había dejado pasar el tren de Atenas.
Era pequeña y para colmo compartía una enana habitación con lo que yo calculé tres personas más. Por no hablar de los muelles del casi inexistente colchón y el chirrío de la estructura metálica que compone la litera.
No pude dormir. Tenía unas fuertes ganas de llorar. No me importaba como sería el equipo, que proyecto tenían con los chicos del campo, ni nada. Solo sentía que me había equivocado y eso era justo lo que más temía.
Salí al comedor, me fue un pequeño cigarro y me eché un vaso de vino. Aunque no es lo que busco para mi día a día me sorprendió mi propia reacción.
En vez de dejarme llevar por la ansiedad que tenía más la que me surge cuando intento evadirme así, cogí el control de mi vida. Acepté la situación y entendí que si beber y fumar me hacía sentir mejor lo haría hasta que dejara de hacerlo.
Evidentemente fumar y beber todo el día no me hace feliz porque pienso que no es saludable, y esa creencia no me permite estar en coherencia con el acto. Pero estoy aprendiendo a usar las creencias a mi favor. Usando unas para contrarrestar otras.
Todo va a peor
Al día siguiente conocí al equipo y que creéis que pasó. Que seguí deprimiéndome y lamentándome de mi existencia.
Lejos de ser las chicas jóvenes y afines a mi que encontré en Atenas, ahora un grupo de mujeres de no menos de 30 años estaban esperándome en el balcón.
Hablaban un inglés profundo que no lograba entender y aún ahora me cuesta. Estaba muy confundida y tenía miedo de verme sola tres meses. Como puedes ver muchos pensamientos por mi cabeza en pocas horas. Todos negativos.
Súmale que en el couchsurfing no hay casi personas con las que poder compartir y salir de la “comunidad voluntariado” la cual no me convence mucho.
Tampoco estoy convencida si podré encontrar a alguien que grabe música. Otra de las metas que limitan mi felicidad, aunque la intención sea la contraria.
Decido liberarme de los pensamientos negativos
Desde el primer momento detecté las emociones negativas evadiéndome. Ese es el primer contacto con la liberación.
Tomar consciencia
Una vez uno toma consciencia de que está siendo el hogar de pensamientos negativos y por ende de emociones se produce el inicio de la liberación.
Observar los pensamientos negativos
Observar esos pensamientos desde a fuera. Como si no fueran tuyos. En realidad, esa es la verdad. Tu sólo les das cobijo porque vibras en su misma frecuencia.
No identificarte con los pensamientos negativos
Una vez reconoces esos pensamientos hay que emanciparse. Dejar de identificarse con ellos conscientemente.
Definir el pensamiento y la sensación que provoca y decidir dejar de sentirlo, de pensarlo.
Eso se consigue recordándote que nada puede someterte.
Construir la frecuencia con la que te identificas
Éste es, para mi gusto, el último paso a tomar. Pero pensándolo bien, es opcional. No estoy muy segura de que sea estrictamente necesario.
Ahora que ya me he liberado de lo que no quiero puedo empezar a alimentarme de lo que si quiero. Creerme de verdad que con mis pensamientos creo mi realidad y empezar a pensar en esa dirección.
Lo tengo todo. Ya no pienso en que no podré grabar mis canciones, sino que no es el momento ahora mismo.
Ya no me siento atada al grupo de compañeros. Ahora siento que soy libre y eso me hace apreciarlos más y permitirme ser yo. No me importa lo que puedan pensar, porque mi felicidad no depende de ellos.
De hecho, ya he encontrado varias ofertas potenciales de nueva gente. Españoles con los que poder practicar mi lengua jajaja.
Ya no pienso que la casa es una mierda, porque sinceramente tengo la mejor habitación de todas. Con el menor numero de personas dentro y bastante respetuosas. No estoy en el gallinero que tienen montado arriba.
A demás estoy súper motivada con el proyecto. Ya he experimentado dos días y la verdad es que los chicos son fantásticos. Tienen la inteligencia de un adulto y la madurez de un niño.
Están extremadamente agradecidos de que estemos allí y eso es una bomba de energía positiva. Las actividades que hacemos me resultan muy creativas y gratificantes.
Ahora he abierto el abanico de oportunidades ante mi. Entre la depresión y la angustia que he relatado anteriormente se abren claros muy motivadores.
Estoy dispuesta a hacer del peor de los escenarios el mejor lugar donde existir. Esa es la clave de la salvación. De la felicidad.
¿Estás interesado en hacer un voluntariado en Grecia?
Si tu también sientes ese impulso interno de ayudar a los que más lo necesitan aquí te dejamos un resumen de como lo conseguimos nosotros.
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