A veces cuando te dicen que viajar por el mundo es peligroso, lo dicen por cosas como esta. Antes de explicar lo sucedido quiero dejar claro que no me arrepiento de nada. ¿Qué pasó en el hostal de Cuzco?

Realmente no puedo afirmar que mi vida estuviera en peligro. Solo puedo decir que realmente pasé mucho miedo y lo viví como un momento temeroso por mi vida.

He tenido ya varias experiencias cercanas a la muerte. Casi todas en mi lugar de nacimiento. Y eso de que se te pasa tu vida por delante, en plan recuerdos es mentira. Yo siempre pienso en lo mismo. Cuando me muero y en mi madre.

Esta vez pensé la segunda. En los momentos más tensos mis pensamientos eran mi madre en especial. Como duró un rato, también pensé bastante en mis padres como conjunto.

Donde estábamos

Mi pareja del momento y yo nos hospedábamos en el hostal San Gabriel, en Cuzco. A parte de lo barato que era en sí, le regateamos un poco y ya fue la bomba. No recuerdo si pagábamos 2,5 euros la noche.

No era por no tener dinero. Más bien yo creo que estábamos poseídos por el vicio de regatear. Me siento un tanto miserable jajaja. No era ricos ni mucho menos, pero a veces nos pasábamos con el regateo.

En fin. La cosa es que habíamos contratado la excursión al MachuPichu. Íbamos a realizar la caminata de 5 días por Salkantay. Llevábamos dos días ya durmiendo en este hostal. Ningún problema tuvimos. Es más, me caía bien el señor que lo regentaba.

Nos fuimos a dormir a eso de las 11 de la noche. Debíamos madrugar como a las 4 de la mañana para irnos.

que pasó en el hostal en Cuzco

Así se vende el hostal San Gabriel…

Realidad. No estaba mal pero la diferencia se palpa…jajajaj

Como empezó lo que pasó en el hostal de Cuzco

De repente, a eso de la 1 más o menos, me despierto. Fue un despertar como muy obligado. Mientras me situaba en este plano físico, intentaba entender que carajo estaban captando mis sentidos. Noté que mi novio ya estaba despierto desde hacia mas.

Cuando por fin me espabilo, me doy cuenta de que fuera de la habitación está habiendo una fuerte pelea. Todo esto en unos cinco minutos. Muy rápido todo.

Yo recuerdo escuchar. “Socoooorro joven, joven, socorro”. “Te voy a matar, te mato”. “Ayuudaaa, socorro, nosequee”.

El hostal era muy pequeño y todo de madera. Tenía dos plantas. Estábamos en la superior. Y solo había una puerta, que era en la planta baja, delante del recepcionista. Se oía como si se estuvieran golpeando contra las paredes. Crujían las maderas.

Muchas dudas pasaban por nuestra cabeza. Por un lado, no sabíamos si estaban pegando al dueño del hostal. Si estaban atracando o si estaban pegándole a alguna persona que dormir en el hostal.

Algo muy extraño fue, que iban pegándose por las dos habitaciones restante que había en la planta superior, a parte de la nuestra. Las noches anteriores estaban ocupadas. La de en frente por una pareja francesa. Y la de al lado por una familia peruana.

Cuando empezamos a notar solo esas dos voces, nos dimos cuenta de que estábamos solos en el hostal. Fue entonces cuando Alex, mi pareja dijo: “Recoge lo importante en la mochila que nos vamos”.

Yo estaba paralizada. No quería irme, ni moverme ni hacer acto de presencia. El en cambio quería llamar a la policía, encender la luz. Rápidamente recogí los pasaportes, el dinero y las cosas electrónicas.

Si querían podían entrar en nuestra habitación, porque estaba la puerta cerrada con un candado, pero semi abierta. El cristal de la ventana con celo y mirando al recinto común de las tres habitaciones.

La huida

Como no paraban, cada vez hacían más ruido y sabíamos que estábamos solos, nos dispusimos a irnos.

Alex me dio el candado de la puerta para tenerlo en la mano por si me atacaban tirárselo a la cabeza. Cuando oímos que estaban en la habitación de al lado y opuesta a la puerta para bajar, Alex dijo: “Yaaaa, vamos”.

Sin mirar atrás, saltamos el charco de sangre que había delante de la habitación y bajamos las escaleras como un deportista de élite saltando vayas.

Al llegar a la puerta, estaba cerrada.

Entonces si que me entraron unos nervios con furia buenos buenos. Sólo existía esa puerta para entrar. El hecho de que estuviera cerrada ya me dio muy mal royo.

Empecé a chillar como una descosida. SOCORRRO, NO ME ABREN LA PUERTA. ¡¡¡JODER SE ESTAN MATANDO ALLI ARRIBA, NO ME ABREN JOOOOODER!!! LAAAA PUERTA ABRIRMELAAA.

Por suerte la puerta era una verja y daba a la calle. Eso hizo que la gente que estaba por allí se acercara. En especial dos niños pequeños que sentaron en la puerta del otro lado.

Yo los miraba llorando diciéndoles que no me abrían por favor que me ayudaran.

Lo más raro

A todo esto, el dueño del hostal lentamente sale de la portería. Ésta estaba justo detrás de las escaleras. Con voz muy tranquila, nos dice: “Pero que pasa?”. Aluciné. En ese momento ya si que no tenía sentido nada.

Le dije que allí arriba se estaban matando que me abriera la puerta YA. Que me abriera la jodida puerta ahora mismo.

El tío empezó a decir, que eso no estaba pasando en este hostal, que era en el de abajo. Bueno me puso estérica. Nos invitaba a subir de nuevo a la habitación, que no estaba pasando nada.

Empecé a chillar que me abriera la puerta, que nos íbamos. Que estaba loco, que el los había dejado entrar por la puerta que ahora estaba cerrada.

Lentamente bajó y nos abrió la puerta. Salimos pitando de allí.

Al salir a la calle una familia de mejicanos que estaban alerta de los gritos se preocuparon. Nos brindaron ayuda y no ofrecieron su hostal, para ir allí por el momento.

El hostal UKUKUS que ya recomendé en el post de que hacer en cuzco. De verdad exquisito.

Al llegar al hostal UKUKUS, intentamos llamar a la policía varias veces. El regente del hostal nos ayudó, a pesar de que no estaba muy convencido. No quería que el jefe se metiera en problemas.

A la quinta vez, cogieron el teléfono y nos citaron en el hostal San Gabriel. Yo me quedé en el UKUKU’s y Alex fue con el padre mejicano.

Después de más o menos una hora llegaron de vuelta.

Lo sucedido fue lo siguiente.

La policía preguntó si nos habían hecho algo. Alex le dijo que no, pero que era todo muy raro y que había sangre.

El dueño del hostal presentó a dos chicos como los culpables de una peleíta común. Aparentemente estos dos no tenían ningún rasguño de sangre ni nada de eso. ¿Entonces de donde salía la sangre?

El policía respondió: “Si no lo han hecho nada para que llama”. La última respuesta que esperarías de un policía sería esa. Encima le dijo a Alex que subiera el sólo a por las cosas que restaban aún en el cuarto.

Subió. El hombre del hostal lo acompaño. Mientras subían las escaleras le agarró del brazo y le dijo: “Españolito, no busque problemas”. Otra vez síntomas de complot oculto extraño.

Al subir, la habitación estaba cerrada. Con otro candado por supuesto. El original nos lo habíamos llevado como arma de defensa.

¡Al abrirla, sorpresa! Una camiseta bañada en sangre sobre nuestra cama. Debajo nuestras chancletas. Evidentemente prescindimos de ellas. Por suerte estuvimos ágiles y nos habíamos llevado todo lo importante.

A nuestro favor jugó el hecho de que habíamos dejado una mochila en la agencia llena de ropa. Como nos íbamos de excursión no la necesitaríamos.

Al final nos devolvieron el dinero de esa noche en el San Gabriel y nos dieron lo equivalente a la noche en el Ukukus. Realmente no pasó nada. Pero a día de hoy, aún me pregunto que diablos pasó. De que se trataba todo.

Evidentemente una peleíta común no era. Porque la puerta estaba cerrada con nosotros arriba y solos en el hostal. También si nos hubiesen querido hacer algo, lo podrían haber hecho directamente. Si necesidad de fingir tanto.

Dejar vuestros comentarios abajo, si tenéis una teoría. Nunca sabremos la verdad. Pero es curioso ver las conclusiones a las que llegan diferentes personas de una misma historia.