Amanecimos en el hostal Anda Venice Hostel. Allí nos estuvimos alojando durante nuestra visita a la ciudad de los canales. No había tiempo que perder así que hicimos las mochilas, desayunamos y nos disponíamos a ir de Venecia a Koper. Como siempre, intentamos hacer autostop.
Esta vez las recomendaciones que leímos en hitchwiki nos llevaban al aeropuerto Marco Polo. Desde allí teníamos que seguir unas indicaciones para llegar a lo que en teoría era un buen sitio. En el enlace de hitchwiki lo encontraréis detallado.
Nosotros, que no nos conocíamos la ciudad, ni obviamente, los lugares para hacer autostop seguimos las indicaciones. ¡El lugar marcado en hitchwiki es una zona de paso para trabajadores! Por allí no pasan turismos. Solamente pasan furgonetas que trasladan turistas y personal del aeropuerto.
Nos dimos cuenta cuando un amable empleado nos dijo que allí no conseguiríamos que nadie nos llevara. Que era solo para trabajadores. Fue entonces cuando cambiamos de sitio. Nos colocamos en la “Vía Galileo Galilei”. Tampoco funcionó. Estuvimos media hora esperando. Al cabo de este tiempo nos sorprendió la policía. Como ya sabíamos en Italia es ilegal hacer autostop cerca de una autopista.
Con esta cortada de rollo decidimos parar. Fuimos a coger el autobús y volvimos a Mestre. Una vez allí miramos alternativas. Decidimos ir en Flixbus, por 10€ por persona.
No nos importa tener que coger transporte alternativo al autostop. Para nosotros este medio de transporte es una manera de conocer gente y adentrarnos lo máximo en la cultura. Aunque nos encante, no hay que aferrarse a una manera de transportarse. De esta manera es posible conocer todo tipo de transporte.
Nos da pena que el autostop se esté perdiendo en Europa. Que las personas ya no confiemos las unas en las otras. Que no haya una cultura de la cooperación. A veces parece que necesitemos una aplicación del móvil para poder confiar. ¿Sería tan fácil hospedarse en casas ajenas sin CouchSurfing? Yo creo que no.
Retomo el tema principal del post. Llegamos a la parada de Flixbus de Mestre, justo al lado de la estación de tren. Cuando llegamos vimos una cola importante y decidimos colocarnos al final. Hasta aquí todo normal. A continuación apareció el bus y la gente se subía muy lentamente. Nosotros, esperamos nuestro turno. De repente, el autobús cerró las puertas y arrancó. En este momento nosotros agitamos los brazos para advertir que íbamos en ese autocar. El conductor, hizo un gesto de indiferencia y se marchó. Nos dejó en tierra con una cara de tontos que no habíamos tenido en todo el viaje…
En ese momento yo no podía creérmelo. Me echaba la culpa por no haber sido suficientemente espabilado. Ya nada podíamos hacer… Aunque yo estuve unas cuantas horas deseándole lo peor al conductor. Más tarde asumí que el hombre se debía encontrar con estas situaciones muy a menudo. El trabajo muchas veces nos deshumaniza. No pensamos que detrás de la carne y los huesos hay personas.
Según Beatriz ese acto le sentó bien. Reía y no paraba de repetir lo bien que le había sentado aquello. Había sido un aprendizaje. Por mucho que tengas las cosas planeadas todo puede suceder. Al final, no vale la pena asegurar nada, todo puede pasar. Comprendí su punto de vista y la verdad que al final lo he acabado pensando yo también.
La última opción era coger el tren con Trenitalia. Fuimos a la estación y cogimos el tren hasta Trieste. Esta ciudad era solo una parada para ir de Venecia a Koper. Íbamos a llegar a Trieste a las 19:00. Aparentemente ya no había ningún autobús para Koper, donde teníamos el CouchSurfing.
Empezamos a buscar un CouchSurfing en Trieste. Era la mejor opción. Lo conseguimos. Nos alojamos con Giulio, un economista que nos acogió muy pero que muy bien. La suerte quiso que el trabajara en Koper, y la mañana siguiente nos llevó.
La ducha en casa del Giulio fue de las mejores que he tenido en mi vida. Me sentí liberado de todo el estrés de todo el día. El desayuno al día siguiente también. Y el llegar a Koper desde Trieste sin hacer ningún esfuerzo fue increíble.
Como conclusión final decir que aunque el día empiece mal y continúe peor, siempre puede acabar bien. Nosotros tuvimos muy malas experiencias pero eso nos hizo valorar casa de Giulio muchísimo más. Nos sentimos verdaderos privilegiados. Esto fue lo aprendido al ir de Venecia a Koper.