El otro día iba caminando por las calles de Chíos y como de costumbre me encontré con un alumno (del centro de jóvenes refugiados en el que trabajo).
Le pregunté que si se iba a dormir, pues sé que últimamente vive en la calle. En las limitadas palabras que compartimos entre inglés y árabe me dijo que no podía dormir. Entonces me interesé por saber a donde iba. La respuesta fue que no lo sabía.
Me encontraba en la situación de irme a casa a disfrutar de una ducha caliente, comer algo y acurrucarme en una cama cómoda protegida por un techo y unas paredes, mientras dejaba a mi hermano tirado en la calle, sin comida, sin agua, sin techo, y simplemente con lo que llevaba puesto. Además de un papel medio roto llamado cartilla, que es todo lo que los valida como personas en esta orilla olvidada de Europa.
En el anterior enlace os dejo un artículo muy acurado y realista hecho por eldiario.es sobre la situación de los refugiados en Grecia y en especial en las islas del mar Egeo.
Algo me impedía partir a mi lujoso destino. Mi corazón no podía aceptar lo que mi mente le pedía. Es un alumno, no podemos hacer excepciones, no sirve de nada una ayuda puntual que no resuelva el problema desde la raíz, a lo mejor no está tan mal…. Argumentos que lejos de hacerme sentir mejor por irme, me invitaban a callarme.
En medio de silencios sin respuesta, mantuvimos una conversación que me dejó indefensa. Reveló la naturaleza inocente que nos da el carácter de seres puros y conscientes.
Me decía “tafkir, tafkir, tafkir”, no sleep. Y sin saber que es tafkir ya sabia que era “pensar, pensar, pensar”. En un intento de saber porque no dormía en el campo de refugiados me contó que después de que la familia con la que compartía caravana en el superpoblado campo de Vial fuera trasladada a la ciudad, lo echaron.
Le cedieron su hogar a una familia siria con un bebé. En ese momento el plan de las autoridades europeas es dejarte dormir en medio de la calle del campo de refugiados. Todo el dinero que se destina para que mantengan unas mínimas condiciones en los campos brilla por su ausencia.
Cómo hace tiempo que lo conozco, se que padece de epilepsia. Cosa que no me extraña después de saber por todo lo que ha tenido que pasar en Gaza. Resulta que él en Gaza era pescador, pero como todos sabemos el mar de Gaza es extremadamente pequeño y simplemente ya no hay peces.
Saliéndose de la franja autorizada por Hamas para pescar, fue abatido a balazos mientras veía como una de esas le atravesaba el cráneo a su hermano. Con los oídos sangrando al igual que la nariz se tiró al mar a recoger lo que ya era un cadáver. Después fue arrestado por tales autoridades criminales.
Los torturaron con electrochoques, lo cual le produjo más adelante los ataques de epilepsia. Le dispararon en las rodillas y ahora sufre muchos dolores. Intentaron cortarle un dedo. Le rompieron todos los huesos del codo y lo sometieron a ahogamientos continuos. Ahí empezó la batalla por escapar de Hamás.
Gracias a un amigo policía que pagó, pudo salir y escapar a Egipto y después a Turquía. Ahora está en Grecia, en la isla de Chíos solo y sin ver a su familia desde hace tres años.
Sin la posibilidad de volver a Gaza porque lo van a matar. Desamparado sin techo dónde descansar. Privado de ayuda médica que le trate sus crisis, que le permita entender que no está loco. Simplemente le quedan secuelas de las torturas con electrochoques.
Le pregunté si creía en dios. Me dijo que Allá estaba en todos. Entonces le dije que suicidarse no era una buena opción para Allá. Porque con gestos es lo que me quiso dar a entender.
Yo creo en la reencarnación hermano y no pasar por el proceso que la vida te tiene preparado no hará que desaparezca. Sólo hará que se repita en tu siguiente existencia. Esto último con la voz de google traductor, pues no sabe leer.
Entre las lágrimas que ya asomaban se le escapó una sonrisa un poco confusa. Tuve la sensación de que no sabía si tomárselo en serio o se pensaba que estaba de broma.
Al final la conclusión fue que por culpa de Hamas no podía vivir en su querida Gaza con su familia, y maldecía a la vida por ello. No puede entender como está condenado a la desgracia.
Mientras tanto yo seguía allí estancada entre mi bienestar y el sufrimiento de mi hermano palestino. Dos realidades tan lejanas encontradas en una calle de Grecia.
El mismo me dio la bienvenida a irme. “Bia go, no problem”. Esas últimas palabras fueron una puñalada al corazón. Brevemente me despedí, le dije hasta mañana y me di la vuelta.
En menos de un segundo mi llanto no tenía consuelo. Como un bebé que no tiene a su madre sentí que había fallado como ser humano. No podía entender porqué la vida va en contra de si misma a través de los humanos.
Odiaba a Hamas, odiaba a Israel, Odiaba a Irán, Odiaba a Estados Unidos, Odiaba la vida… Ninguno de ellos nos va a ayudar. Un solo gobernante tiene el poder de ayudar cuando el conflicto envuelve a tantas vidas.
Sólo entre nosotros, entre cada uno de los seres que habitamos esta tierra podemos hacer el cambio. Ayudar al prójimo. Por mucho que tengamos diferencias, la violencia solo trae ruina. Aunque aparentemente tenga la mejor intención del mundo, la violencia va en contra de la vida y por lo tanto es sufrimiento.
Cuando estaba en España pensaba que Israel era lo peor del mundo por invadir Palestina. Ahora siento que todo es un juego. Esos que dicen defender la libertad de Palestina matan y torturan a los Palestinos, esos que luchan por un estado judío matan y torturan a los Palestinos…
Yo no apoyo a Hamas, yo no apoyo a Israel, yo no apoyo a nadie que emplee la violencia contra la vida. No se cual es la verdad en este histórico y complejo conflicto, no creo que la pueda saber nunca.
Solo puedo sentir el dolor de mis hermanos palestinos, así como mis hermanos iraquís, sirios, congoleses, yemenís, somalíes, argelinos…
Nuestros países consideran a Hamás como una organización terrorista, y la sociedad condena a Israel por el genocidio Palestino, pero…¿Quién ayuda aquellos que no les queda otra que escapar de Hamás, de Israel, de la violencia mundial?
¿ Y tú, vas a seguir peleando?
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